1821, año que otorga a la Nueva España el título de
Nación Independiente, pero ¿quién o quiénes lo lograron: los primeros
insurgentes o los realistas insurgentes? ¿Se conservaron los ideales de los
insurgentes? ¿En qué condiciones se logra la independencia de México?
Por Galdino Enríquez Antonio
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Condiciones
de la Colonia
Eran ya 10 años de lucha armada, más de un millón de muertes (García, 2016, p. 224). Entre los
miembros del ejército realista, existía
descontento por la forma en que la Corona repartía los premios y hacía llegar
los salarios (Álvarez y Escalante, 2011, p. 144).
Del lado de los insurgentes, la muerte de grandes
caudillos y la persecución cruenta de Callejas contra los que quedaban vivos,
propició que se refugiaron en las montañas utilizando la guerra de guerrillas para hacer frente a las fuerzas realistas.
Esta huida a las montañas hacia parecer que la causa estaba perdida (Quijano y
Rico, 2009, p. 235). Entre 1818 y 1820, “la guerra insurgente casi desapareció,
sólo se encontraban grupos dispersos en el sur… El virrey consideró que la
guerra prácticamente había acabado…” (Álvarez y Escalante, 2011, 143). Delgado
señala que “el movimiento insurgente
estaba sofocado en casi todo el país” (2008, p. 130).
“El principal logro de los movimientos guerrilleros fue
que terminaron de debilitar la moral de algunos miembros del ejército realista, situación que
condujo a estos a albergar el deseo de poner un alto a la guerra.” (González,
2010, p. 67)
La Nueva España vivió una crisis financiera por la banca rota del imperio, esto debido a dos
situaciones: la destrucción del país y la baja productividad propiciada por la
misma guerra (Quijano y Rico, 2009, p. 235). Además, la “precaria situación
económica española después de la invasión napoleónica”. García señala que “los
campos de labor y las minas lucían abandonadas, la poca industria… había
desaparecido” (2016, p. 224). Y por si fuera poco, “El comercio exterior… se
redujo de manera drástica…” (Álvarez y Escalante, 2011, 144).
La iglesia, dueña de prácticamente la mitad las
propiedades inmuebles (González y Guevara, 1971, p. 278), “resintió económicamente la crisis general, como
todos, pero además disminuyeron los diezmos” (Álvarez y Escalante, 2011, 144),
una de sus principales fuentes de ingresos.
La participación de las sociedades secretas a lo largo del proceso de independencia fue
creciendo, entre ellos encontramos a los Guadalupes, la Sociedad de Jalapa y la
masonería. Éstos últimos, por
ejemplo, “tuvieron mucho que ver con el establecimiento del régimen
constitucional en 1820 y con la destitución del virrey Apodaca.” (Wobeser,
2009, p. 159)
Los criollos consideraban que con la independencia, tendrían los
mismos derechos políticos que los
peninsulares. Y con la llegada del virrey O´Donojú, quien defendía los
ideales liberales y simpatizaba con las ideas de independencia (Quijano y Rico,
2009, p. 235), despertó en gran manera la ilusión de la libertad.
“Miles de familias deambulaban en la miseria o huían de
la violencia” (García, 2016, p. 224). Los grupos
sociales desprotegidos (mestizos, indios y castas), consideraban que la
independencia daría solución a la situación de miseria que vivían (Quijano y
Rico, 2009, p. 235).
“El descontento de las autoridades, funcionarios y
soldados” era evidente ante las políticas
promovidas por la Corona (García, 2016,
p. 224). “Los propietarios criollos estaban inconformes, la guerra había
disminuido sus ingresos.” (Álvarez y Escalante, 2011, 144). “La situación
empeora con la violencia que ejercen los grupos
bandoleros… las actividades del bandolerismo no solo mermaron las arcas
reales, sino también a la población civil.” (González, 2010, p. 74 y 75)
http://www.fororeal.net/consticadiz1812.htm |
Ante este panorama, ni los insurgentes ni los realistas
tenían opciones viables para obtener la victoria, hasta que apareció en 1820 un
movimiento liberal comandado por Rafael del Riego y obligó a Fernando VII a reestablecer las
Cortes de Cádiz y jurar la Constitución de 1812 (Escalante y otros, 2004, 146).
La entrada en vigor de la Constitución de Cádiz no fue bien vista por los grupos monarquitas
de américa (Quijano y Rico, 2009, p. 235). Esta constitución “generó gran
malestar en Nueva España, debido a que la mayoría de los novohispanos no se
identificaban con las ideas liberales y anticlericales” (González, 2010, p. 82),
contenidas en ella.
El
punto de quiebre
Los insurgentes llegaron a pensar que la Constitución de Cádiz les
favorecía, al reconocerlos como ciudadanos con derechos políticos, garantías
laborales y así como garantías en el ámbito
social. Mientras tanto, los sectores
privilegiados (el clero, la aristocracia, y los peninsulares), rechazaron
esta constitución por sus ideales de igualdad social y tener una postura
anticlerical (Álvarez y Escalante, 2011, p. 144). La restitución de esta
constitución afectó los intereses del clero, la aristocracia y de los
peninsulares, quienes optan por independizarse de España (Quijano y Rico, 2009,
p. 234)
Llegó un momento que en la Nueva España se vislumbraba
paz, pero con una recuperación económica nada fácil; la sociedad enfrentó una
serie de conflictos políticos y
sociales. Los cultivos sufrieron cambios en su ciclo de producción, los ranchos
estaban abandonados y los pueblos indígenas empobrecidos (González, 2010, p. 81)
Bajo esta situación, Guerrero invita a los realistas a
unir fuerzas para alcanzar la independencia (Quijano y Rico, 2009, p. 234). “Los
diez años de lucha habían transformado tanto a la Nueva España que incluso los peninsulares se inclinaban
por la independencia” (Escalante y otros, 2004, p. 146)
“Los insurgentes tenían demandas de justicia social (Rodríguez, 2012, p.170), pedían “una
constitución apropiada al reino y el establecimiento de una república” (Escalante
y otros, 2004, p. 146); mientras que, “los
españoles peninsulares, junto con la iglesia y el ejército, que no abogaban
por la población, sino por su bienestar… utilizaban un discurso parecido al de
los insurgentes” (Rodríguez, 2012, p.170)
La aceptación de la Constitución
de Cádiz, “desató una agitación política jamás vista hasta entonces, de la
que puso sacar las mayores ventajas el clero” (González y Guevara, 1971, p.
278), Líderes religiosos promovieron el Plan
de la Profesa, donde se planteaba “la independencia de la Nueva España bajo
el establecimiento de una monarquía absoluta y la conservación de los
privilegios eclesiásticos… junto con les peninsulares, no querían que en la
Nueva España rigiera la Constitución española de 1812.” (González y Guevara, 1971, p. 279), “La
situación inquietó a los funcionarios peninsulares no solo porque vieron
amenazados sus privilegios, sino también por la posibilidad de que el clero llamara a la gente a las armas.”
(García, 2016, p. 224)
Los conjurados de la Profesa nombran a Agustín de Iturbide Jefe Militar Realista
para combatir a Guerrero. Iturbide “Simpatizaba con la autonomía pero había rechazado el curso
violento del movimiento insurgente” (Escalante y otros, 2004, p. 147), percibió
que lograr el apoyo de las partes en conflicto, sería benéfico para alcanzar la
independencia. La encomienda de la
Conspiración de la Profesa para Iturbide era la de pacificar al país y
lograr la separación de la Metrópoli (García, 2016, p. 224)
Iturbide proclamó el
Plan de Iguala, luego de alcanzar un acuerdo con Guerrero. El plan fue “trazado
con el fin de unificar a todos los
sectores sociales: al ofrecer empleo a todas las personas nacidas en el
país”, se atrajo el interés de los criollos, de la iglesia y de las castas,
pues ofrecía hacer realidad sus reclamos. (González
y Guevara, 1971, p. 280). En este plan se adopta “como forma de gobierno una monarquía moderada, ofrecida a Fernando
VII o algún miembro de la familia real. La religión católica sería la única
reconocida en México” (Martínez, 2012, p. 196), entre otros aspectos
importantes.
Iturbide buscaba proteger “la propiedad privada de todos, sobre todo de los españoles e
Iglesia que son los que más tenían.” (De la Torre y Juárez, 1993, p. 93). A
decir de él (Iturbide), estaba interesado en el bien y la felicidad de la Nueva
España, por lo que buscaba pacificar al
país, sujetando a todos los frentes a un solo mando nacional, bajo las
órdenes de Guerrero, quien declinó a tal distinción (Miranda, 1997, p. 91).
“Promovía la idea
de un imperio, constituido como una monarquía constitucional; sostenía que
la colonia había alcanzado la mayoría de edad frente a España y, por lo tanto,
había llegado el tiempo de que viera por sus propios asuntos de gobierno.”
(Cuchí, Gómez y Villavicencio, 2017, p. 189). “La ejecución del Plan de Iguala
sería amparada por un ejército de las Tres Garantías o Ejército Trigarante, que
tendría su propia bandera.” (Cuchí, Gómez y Villavicencio, 2017, p. 189)
http://marianoarista2.blogspot.com/2013/02/10-de-febrero-de-1821- el-abrazo-de.html |
Por su parte, Guerrero
estaba dispuesto a seguir peleando “contra el mal gobierno” (González y
Guevara, 1971, p. 280). Para esto defendía los intereses de los insurgentes, los
cuales “pretendían el cambio de régimen
colonial en el orden social, político, económico y cultural.” (González y
Guevara, 1971, p. 282),
Los insurgentes estaban cansados de los agravios que los
españoles le propinaban a la población civil, por lo que se decían, junto con
Guerrero defensores de los verdaderos
intereses de la nación (Miranda, 1997, p. 91). Guerrero “Había apoyado el
proyecto independentista de Morelos, y hubiera preferido una república, pero sabía que sus fuerzas eran muy débiles para
triunfar, por lo que se unió al plan de independencia que le propuso Iturbide.”
(Speckman, Ávila, Pani y Ávila, 2008, p. 141)
Colofón
La promesa de Iturbide de lograr los ideales de la
insurgencia hizo que Guerrero depositara su confianza en él. Pero la mano que
mece la cuna, le indicó a Iturbide el rumbo a seguir, puesto que era claro los
intereses en juego: los intereses de una nación entera o los intereses de
grupos privilegiados.
“La etapa final
movimiento de independencia, se caracterizó por un cuartelazo, dado precisamente para no modificar el régimen colonial, sino dejar las cosas tal
como estaban durante la Colonia.” (González y Guevara, 1971, p. 282).
Referencias:
Álvarez, M. y Escalante, G. (2011). Historia de México I. CDMX, México:
Esfinge.
Cuchí, V. M., Gómez, R. y
Villavicencio, N. (2017). Historia de
México I. CDMX, México:
Gafra.
Delgado, G. (2008). Historia de México. Legado histórico y
pasado reciente. México, D.
F.: Pearson.
Escalante, P., García, B., Jáuregui,
L., Vázquez, J. Z., Speckman, E., Garciadiego, J., y
Aboites, L. (2004).
Nueva Historia mínima de México. México,
D. F.: El Colegio de
México
– SEP
García, A. (2016). Historia de México I. CDMX, México:
Gafra.
González, C. y Guevara, L. (1971). Síntesis de Historia de México. CDMX,
México:
Editorial Herrero,
S. A.
González, M. (2010). México Independiente: conformación de la
nacionalidad mexicana.
Tomo I. 1800 –
1899. CDMX, México: SEP – Agencia Promotora de Publicaciones.
Martínez, L. (2012). Historia de México I. CDMX, México:
Oxford.
Miranda, A. (1997). La evolución de México. Segundo curso.
México D. F.: Grupo
Herrero, S. A. de
C. V.
Quijano, F. y Rico, R. (2009). Historia de México II. CDMX, México:
Santillana.
Rodríguez, Y. (2012). Historia de México I. CDMX, México:
Anglopublishing.
Wobeser, G. (coord.) (2010). Historia de México. México, D. F.: SEP –
Academia
Mexicana de
Historia.