domingo, 14 de noviembre de 2021

Un soldado en el frente de batalla

¿Qué habría hecho usted? ¿Habría tirado del gatillo? ¿Se opondría a la orden de un superior durante un enfrentamiento real?

 

Por Joaquín Campos

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Esa tarde pasé por su casa, que me queda de paso al campo deportivo de beisbol, donde solía entrenar atletismo y mantenerme en forma ante cualquier convocatoria que apareciera y poder competir. Me llamó la atención verlo meditabundo, con la vista clavada en el suelo, sentado en un taburete bajo el árbol de mango que está en medio del patio de la casa donde vivía.

Siempre que pasaba por allí, lo veía llevando agua al bebedero de las pocas vacas que su papá tenía en un improvisado corral, llevando leña al lugar dónde su mamá hacía las tortillas, desgranando maíz, limpiando el patio de las hojarascas que el viento desprendía de los árboles cercanos… en fin, siempre lo veía haciendo algo, pero no era propio de él jugar a ser un griego filosofando.

-          Hey, viejo – le grité desde la calle, disminuyendo la intensidad de mis pasos –, ¿cómo estás?

Levantó la mirada, y cuando me vio, devolvió el saludo levantando tantito la cabeza sin decir nada. Me detuve y, después de pensarlo un par de segundos, entré al patio y le pregunté qué tenía, si pasaba algo con él o con la familia. Se limitó a ver el casco militar que sobresalía de la ventana de la habitación donde dormía.

-          ¿Puedo? – le dije refiriéndome si podía pasar y tomar aquella pieza de su uniforme en la milicia. Cuando lo tomé, supe que ya no era un casco cualquiera. Era lo que le permitió mantenerse con vida durante la guerra contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Había un poco más de cinco esquirlas de bala incrustadas, que dan testimonio de lo cerca que estuvo de la línea de fuego.

-          ¿Qué pasa viejo? ¿Hay algo que te gustaría platicar?

Comenzó a contar que cierto día, le dieron la orden a un grupo de soldados, de salir a patrullar en una zona cercana al campamento donde mantenían un control carretero. En el trayecto, los zapatistas, que mantenían alguna especie de vigilancia en el camino, lanzaron un ataque al convoy de unidades de motor del ejército. Las unidades más afectadas por la agresión, fueron las que encabezaban la caravana, por lo que los soldados que venían en las unidades de la retaguardia alcanzaron a tomar posición y repeler el ataque.

Es probable que la mala organización o la poca preparación militar de los zapatistas, fue fácil para los efectivos militares rechazar el fuego enemigo. Varios zapatistas causaron baja en el lugar, otros quedaron heridos suplicando ayuda; algunos lograron huir de la zona. El capitán que encabezaba el grupo de soldados ordenó la persecución de los zapatistas que se adentraron en el bosque.

Fueron seguidos por espacio de media hora, subiendo y bajando lomeríos en los Altos de Chiapas. De vez en cuando se escondían detrás de los árboles de tallo ancho para hacer disparos y disuadir la persecución militar. Cuando estaban por darles alcance, el grupo de zapatistas se introdujo en una casa de maderas que encontraron a su paso, cerca de un arroyo.

Por radio, los soldados reportaron su ubicación y quedaron a la espera de órdenes. En tanto que llegaban otros efectivos militares, montaron una guardia, formando una especie de medialuna y cubrir los puntos ciegos por donde los zapatistas intentaran escapar. Al poco rato llegó el capitán con las órdenes de abrir fuego contra aquella casa con techo de lámina, pero los primeros soldados en llegar, reportaron que escucharon los gritos de los ocupantes de la casa cuando entraron los zapatistas.

No saber quienes estaban en casa, ya fueran niños o adultos, hombres o mujeres, hizo que la estrategia de los hombres del ejército cambiara. La guardia se extendió por un par de horas más. La neblina comenzó a bajar y con ello la visibilidad iría disminuyendo. Estar apostados en el suelo cubierto de hojas humedecidas por la lluvia matutina de ese día, no era fácil, aunque debían estar entrenados los soldados para ello.

De repente detuvo su relato. Sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia, así lo decían el rechinar de sus dientes. Levantó su mirada perdida en el espacio, mientras llenaba de aire sus pulmones.

-          ¿Sabes? Pasamos cerca de tres horas esperando que alguien saliera, dispuestos a jalar del gatillo a cualquiera que se asomara de aquella casa. Esa era la orden. Pensé que se rendirían y saldrían con las manos en alto. Pero no lo hicieron, tampoco usaron sus armas en contra nuestra. Al poco rato comenzó a lloviznar y comencé a sentir frío. Yo estaba apostado del lado izquierdo de la casa y cuando menos lo pensé, salió corriendo un niño de ocho años. ¡Tírale! Gritó el capitán. ¡Jala del gatillo! ¡Soldado, es una orden!

-          ¡Dime que no le hiciste caso!

lunes, 23 de agosto de 2021

Cómo un fragmento de historia puede cambiar la vida de un niño

Una simple pregunta llevó a un fragmento de Historia que le cambió la forma en que un niño llegó a percibir la vida siendo adulto.


Por Joaquín Campos

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Sentados en el tronco seco de un árbol de Huanacaxtle, le hice una pregunta a mi padre: ¿Qué era Los Ángeles ´84’? Él, que siempre buscó que mis hermanas y yo practicáramos algún deporte de alto rendimiento, constantemente nos observaba y creyó encontrar nuestro talento deportivo. Descartó el boxeo y el futbol para mi y consideró a una de mis hermanas apta para las carreras cortas de velocidad y la segunda de ellas huía de los balones.


Pero cuando le pregunté sobre Los Ángeles ´84, sus ojos se le abrieron llenos de algún tipo de ilusión. Tenía 8 años, así que era posible que algún día terminara practicando algún deporte en la élite mundial… me decanté por el atletismo de medio fondo y no pasé de representar a las instituciones educativas donde estudiaba. Lo más cercano a un evento olímpico que estuve, fueron las pruebas de un pre – olímpico al que no asistí por varios factores.

Era la primavera de 1984 y las radios de los vecinos no dejaba de escucharse los spots que anunciaban los próximos juegos veraniegos. Cuando prendíamos el televisor en casa de la abuela, en los comerciales de los juegos olímpicos aparecían imágenes de deportes que yo no conocía: por la careta que recuerdo, creo que era esgrima, por los caballos ahora puedo decir que se refería a la equitación, y otros tantos deportes de los que me acuerdo nebulosamente.

Mi padre practicó el beisbol muchos años, pero en esos días lo practicaba como relevista; creo que debió emocionarse al hablar sobre diferentes delegaciones de atletas representando a sus países para llevarse una medalla olímpica por ganar en futbol, marcha, carreras de velocidad y fondo, voleibol, basquetbol, saltos, lanzamientos, boxeo, y no sé cuántos otros deportes más.

Pero lo que en verdad llamó mi atención esa tarde, fue un comentario que hizo sobre la Historia de México en forma de pregunta: “¿Sabes que Los Ángeles pertenecía a México y que los ´gringos´ nos lo quitaron?”

-          ¿Cómo? – Pregunté con esa rabia que caracteriza a niños de esa edad.

-          Si… Los Ángeles está en un territorio de un día le perteneció a México. Los Estados Unidos le hicieron la guerra a México y le quitaron no solo esa ciudad, sino la mitad del territorio que le pertenecía a nuestro país.

Me contó más detalles, pero el hecho de que nos quitaron el estado de California y otros más, me marcó para siempre. El nacionalismo con que me contó esa historia hizo que guardara un resentimiento hacia todo lo que los norteamericanos representan. En esos días mi padre simpatizaba con un partido político, el Popular Socialista, era la recta final de la guerra fría y el neoliberalismo comenzaba a inundar al mundo. Todos esos factores encendieron el patriotismo que transmitió a mi corazón.

Ahora que soy docente de Historia, creo que los que tenemos esta noble labor, debemos tener sumo cuidado de cómo enseñamos esta clase. Si alguien considera que las clases de Historia no tienen trascendencia, en menos de una hora de historia deportiva y de México, nunca logré aprender el inglés, veo con cierto recelo a los americanos que visitan el país, no se diga cuando leo o escucho noticias sobre economía, geopolítica, migración y la actuación norteamericana afecta a nuestra nación.

Está demás señalar una lectura que encontré hace algunos días, donde Florescano (1999) cita a Ferro, quien considera que “la imagen que tenemos de otros pueblos, y hasta de nosotros mismos, está asociada a la Historia tal como se nos contó cuando éramos niños. Ella deja su huella en nosotros para toda la existencia.”

A partir de la lectura de este fragmento, he buscado las estrategias, las metodologías, los recursos, las técnicas para mejorar mi práctica docente y no contaminar la percepción de la vida de tantos niños y adolescentes que pasan en mi aula.

 

Referencias:

Florescano, E. (1999) Para qué enseñar la historia. Revista Nexos. 1° de mayo, 1999. Recuperado de: https://www.nexos.com.mx/?p=9250

miércoles, 7 de abril de 2021

¿Cómo lograr que los estudiantes aprecien la clase de Historia?

¿Tiene que ver las estrategias didácticas utilizadas? ¿Qué tanto influye la preparación académica del docente? ¿Son importantes las planeaciones en todo esto?

Por Galdino Enríquez Antonio

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Es frecuente encontrarse con que la clase de Historia está directamente relacionada con fechas de eventos, nombres de personajes y sitios donde ocurrieron situaciones que son calificados como hechos históricos. Aunado a esto, es notorio lo aburrido que pueden encontrar los estudiantes esta clase cuando el docente no varía sus estrategias ni persigue objetivos claros y solo busca pasar el tiempo con resúmenes y cuestionarios.


https://www.muyhistoria.es/curiosidades/fotos/
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En una investigación realizada por Soria y Korniejczuk (2017), encontraron que “el interés por la materia de historia en los estudiantes de secundaria depende en gran manera de la preparación académica y de la metodología del docente.” Además, observó que “en los alumnos del docente que tiene una mejor preparación académica y cuenta con mayores elementos para realizar una planeación, hay mayor motivación e interés por la materia, además de la apropiación del conocimiento de la historia.”


En esta misma investigación, Soria y Korniejczuk (2017) descubrieron que de acuerdo con la forma en que el docente presenta su materia a los estudiantes, es determinante para que éstos disfruten de la clase de Historia. Agrega también que, si el docente planea sus clases y las actividades a realizar dentro y fuera del aula, el alumno percibe la dedicación del docente por lograr el avance académico de sus alumnos.

Leer “¿Cómo será la Escuela después de la Pandemia?”, en: https://www.pressdek.com/c%C3%B3mo-ser%C3%A1-la-escuela-despu%C3%A9s-de-la-pandemia-3600

El profesor que siente gusto por impartir la materia de historia trasmitirá ese gusto a sus alumnos, promoviendo un aprendizaje significativo”, puntualizaron Soria y Korniejczuk (2017). Las investigadoras consideran que “Los docentes deben construir sus planeaciones didácticas considerando las estrategias pedagógicas para todos los estilos de aprendizaje y que deben cultivar el gusto por la asignatura que enseñan, para comunicar esta vivencia a los estudiantes.”


En su informe, Soria y Korniejczuk (2017) señalan que “Los resultados de las entrevistas mantenidas con los alumnos determinaron que el maestro que implementa actividades diferentes y divertidas motivó a sus alumnos a interesarse y apropiarse de los temas de la materia de historia.” En numerosas investigaciones leemos una y otra vez este tipo de reportes, ahora nos toca a los docentes de Historia tomar cartas en el asunto para que nuestros estudiantes no consideren nuestra clase como algo tedioso y de poco valor para su crecimiento académico.


Leer “Los peligros en educación tras la pandemia”, en: https://www.pressdek.com/los-peligros-en-educaci%C3%B3n-tras-la-pandemia-3360


Soria y Korniejczuk (2016), realizaron su investigación con estudiantes y docentes de escuelas secundarias de la Mixteca Alta en el Estado de Oaxaca, México. Participaron 381 alumnos que cursaban la clase de Historia en Tercero de Secundaria en el Ciclo Escolar 2015 – 2016 y el documento con los resultados de la investigación, puede consultarse en el siguiente enlace: https://doi.org/10.37354/riee.2017.173

 

Referencias:

Soria Bautista, A., & Korniejczuk, R. de. (2017). Vivencias de alumnos de tercer grado del nivel secundario en el aprendizaje de la historia en relación con las aproximaciones pedagógicas de los docentes. RIEE | Revista Internacional De Estudios En Educación, 17(2), 117-133. https://doi.org/10.37354/riee.2017.173

Las concepciones docentes y la clase de Historia

¿Cuánta injerencia tienen las concepciones de los docentes en el desarrollo de su práctica docente? ¿La clase de Historia está influenciada ...