lunes, 23 de agosto de 2021

Cómo un fragmento de historia puede cambiar la vida de un niño

Una simple pregunta llevó a un fragmento de Historia que le cambió la forma en que un niño llegó a percibir la vida siendo adulto.


Por Joaquín Campos

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Sentados en el tronco seco de un árbol de Huanacaxtle, le hice una pregunta a mi padre: ¿Qué era Los Ángeles ´84’? Él, que siempre buscó que mis hermanas y yo practicáramos algún deporte de alto rendimiento, constantemente nos observaba y creyó encontrar nuestro talento deportivo. Descartó el boxeo y el futbol para mi y consideró a una de mis hermanas apta para las carreras cortas de velocidad y la segunda de ellas huía de los balones.


Pero cuando le pregunté sobre Los Ángeles ´84, sus ojos se le abrieron llenos de algún tipo de ilusión. Tenía 8 años, así que era posible que algún día terminara practicando algún deporte en la élite mundial… me decanté por el atletismo de medio fondo y no pasé de representar a las instituciones educativas donde estudiaba. Lo más cercano a un evento olímpico que estuve, fueron las pruebas de un pre – olímpico al que no asistí por varios factores.

Era la primavera de 1984 y las radios de los vecinos no dejaba de escucharse los spots que anunciaban los próximos juegos veraniegos. Cuando prendíamos el televisor en casa de la abuela, en los comerciales de los juegos olímpicos aparecían imágenes de deportes que yo no conocía: por la careta que recuerdo, creo que era esgrima, por los caballos ahora puedo decir que se refería a la equitación, y otros tantos deportes de los que me acuerdo nebulosamente.

Mi padre practicó el beisbol muchos años, pero en esos días lo practicaba como relevista; creo que debió emocionarse al hablar sobre diferentes delegaciones de atletas representando a sus países para llevarse una medalla olímpica por ganar en futbol, marcha, carreras de velocidad y fondo, voleibol, basquetbol, saltos, lanzamientos, boxeo, y no sé cuántos otros deportes más.

Pero lo que en verdad llamó mi atención esa tarde, fue un comentario que hizo sobre la Historia de México en forma de pregunta: “¿Sabes que Los Ángeles pertenecía a México y que los ´gringos´ nos lo quitaron?”

-          ¿Cómo? – Pregunté con esa rabia que caracteriza a niños de esa edad.

-          Si… Los Ángeles está en un territorio de un día le perteneció a México. Los Estados Unidos le hicieron la guerra a México y le quitaron no solo esa ciudad, sino la mitad del territorio que le pertenecía a nuestro país.

Me contó más detalles, pero el hecho de que nos quitaron el estado de California y otros más, me marcó para siempre. El nacionalismo con que me contó esa historia hizo que guardara un resentimiento hacia todo lo que los norteamericanos representan. En esos días mi padre simpatizaba con un partido político, el Popular Socialista, era la recta final de la guerra fría y el neoliberalismo comenzaba a inundar al mundo. Todos esos factores encendieron el patriotismo que transmitió a mi corazón.

Ahora que soy docente de Historia, creo que los que tenemos esta noble labor, debemos tener sumo cuidado de cómo enseñamos esta clase. Si alguien considera que las clases de Historia no tienen trascendencia, en menos de una hora de historia deportiva y de México, nunca logré aprender el inglés, veo con cierto recelo a los americanos que visitan el país, no se diga cuando leo o escucho noticias sobre economía, geopolítica, migración y la actuación norteamericana afecta a nuestra nación.

Está demás señalar una lectura que encontré hace algunos días, donde Florescano (1999) cita a Ferro, quien considera que “la imagen que tenemos de otros pueblos, y hasta de nosotros mismos, está asociada a la Historia tal como se nos contó cuando éramos niños. Ella deja su huella en nosotros para toda la existencia.”

A partir de la lectura de este fragmento, he buscado las estrategias, las metodologías, los recursos, las técnicas para mejorar mi práctica docente y no contaminar la percepción de la vida de tantos niños y adolescentes que pasan en mi aula.

 

Referencias:

Florescano, E. (1999) Para qué enseñar la historia. Revista Nexos. 1° de mayo, 1999. Recuperado de: https://www.nexos.com.mx/?p=9250

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